jueves, 4 de febrero de 2010

No extraño.

 
No extraño nada, ni a nadie.
No quiero revivir mis recuerdos,
apenas y voy terminando su luto.

No extraño a mis padres,
o mis hermanos.
No extraño a ninguno de mis amigos.
No extraño aquellas tardes, nuestras tardes.
Porque todos los atardeceres son míos.
Ni siquiera pienso en todas nuestras calles.
Y he olvidado tanto de aquél nuestro gran amor.

Tampoco extraño la casa,
hace mucho dejé de vivir ahi; 
tengo una nueva, toda mía.
No... no extraño mi vida anterior.
Por algo tuve que morir
y después haber nacido de nuevo.

No extraño absolutamente nada, ni a nadie.
No los necesito,
aprendí a estar y valerme por mi cuenta.
Y ni siquiera necesité despedirme de todos ustedes.

Y, ahora sí.
Ahora sí estamos, somos.
Ahora que no nos ata nada,
ni el miedo ni la necesidad.
Ahora sé que yo soy yo.
Y que los quiero.

Es un placer compartir la vida con ustedes.


Miguel.