domingo, 30 de agosto de 2009

- Reset -

Junto al Power solía haber otro botón,
en aquellas otras épocas en las que presionarlo era cosa simple,
una y otra vez, cuando algo salía mal.
Morirse no era el final, ni siquiera cuando el juego se trababa...

Reset y ya.

Ahora el botón viene más escondido,
o será que uno se aferra al mismo juego.
Ya sin vidas, desesperado, sin saber cómo terminar el nivel.
Game over. ¿Cómo se mata a ese Malo?
Game over. No, lo voy a terminar.
Game over: ya no se puede seguir jugando,
tampoco se puede apagar.

Es el juego que se volvió un todo
o nosotros que nos volvimos tan poco.
Resetear se convirtió en un largo proceso...
dale al rojo, Cancelar, No...
o al círculo, Abandonar juego, Salir...
Una y otra vez, en cada pregunta,
en cada decisión,
hasta regresar al inicio.

Entonces ya puede uno cambiar de juego,
o decidir si se empieza de nuevo,
aunque pareciera un juego eterno...
los eternos somos nosotros.

Hablando de eternidad,
te descubro de repente
y sigo viendo la misma esencia.
Tan auténtica y de verdad.

Hablando de eternidad,
dale Reset y ya.

=)

Miguel.

viernes, 28 de agosto de 2009

Libertad. (El debraye)

Peor que ser nuestra propia prisión, es mantener cautivos a los demás.
Crear diminutas celdas en nuestra mente y encerrar en cada una a alguien.
Mantenerlos ahi, inmóviles y a nuestra disposición, como si eso fuera todo.

No nos importa el tiempo, ni los lugares, ni siquiera todas esas cosas que ellos mismos nos dicen.
Son nuestros prisioneros, atrapados en nuestra ridícula cárcel, con ciegas paredes de miedo.
Miedo al mundo, al desprendimiento, a la pérdida... a la soledad.

Y ahi están, todas esas caritas de fotografía acartonada, asomádose entre los barrotes.
Queremos que siempre tengan para nosotros ese vivo recuerdo de otra época,
esperando que esa persona siga siendo siempre la misma que alguna vez fué
para y con nosotros.

He sido un carcelero bastante tonto, y por demasiado tiempo.
Nunca lo noté hasta que me sentí atrapado por alguien más.
Hasta que sentí que alguien disponía de mi, en una forma en la que ya no soy.
Más aún, lo hacía de forma casi autoritaria; exigiéndome algo que, después de tanto tiempo, me resultó completamente ajeno, chocante y casi ofensivo hacia mi crecimiento y experiencia personal.
Eso me ha causado tanto rechazo, que evito a toda costa esas situaciones y a esas personas,
por más que las quiera y formen parte importante de mi vida.
Sólo así comprendí el rechazo y distanciamiento que algunas veces he recibido y sufrido mucho.

Noté que he sido tan egoísta y me ha costado reconocerlo,
es difícil dejar que todos se vayan volando,
ver que todo fluye y que nadie es imprescindible.
Empezando por uno mismo.

He mantenido encerradas a las personas que más he amado,
por el miedo a ser rechazado, me mandé solito lo más lejos posible.
Con el tiempo, me olvidé de preguntarle ¿Quién eres?
¿Qué quieres? ¿Hacia dónde vas? y, ¿Cómo puedo ayudarte?
Me impedí ver y admirar su evolución como ser humano,
tener el valor de mantener los ojos abiertos
y ver florecer al otro justo frente a mi.

Mi pretexto siempre fué el amor.
Un amor desproporcionado, "incondicional".
Que, después de todo, sigue de pié.
Despidiendo a hermosas aves,
asintiendo con la cabeza mientras vuelan;
realmente no importan las lágrimas,
también de felicidad se llora.

Una felicidad sincera,
una alegría tan desconocida que ahora me toca explorar.
Y comienzo por preguntarme:
Miguel, ¿Quién eres?
¿Qué quieres?
¿Hacia dónde vas?
¿Cómo puedo ayudarte?..

=)


Miguel.