jueves, 22 de octubre de 2009

¿Qué sueñas?
¿En qué piensas cuando sonríes sin hablar?
Si miras el atardecer, ¿sueles recordar?

Tú,
¿De qué está hecha tu mirada?
Si caminas, cruzas calles y escenarios,
te detienes... ¿qué ves cuando miras hacia arriba?
Cuando cantas, cuando ríes...
o si lloras...
¿te puedo acompañar?

¿De qué estás hecha tú, toda tú?
cuando no puedes dormir por las noches,
cuando bailas y se devanece el mundo alrededor.

¿Qué ingrediente tiene tu voz?
¿De qué color son tus abrazos?
¿A qué saben tus silencios?

Me llenas de curiosidad.
Tú, de quien no sé nada,
y por quien, al fin, me atrevo a preguntar.



Miguel.

martes, 20 de octubre de 2009

Piernaza.

Moretoneada,
como tu corazón en reposo.
Llanto y canto del infortunio inesperado,
de un falso destino que poco a poco se disuelve.

Sonrisa que se despierta
de un sueño con medias luces,
mirada que de nuevo se eleva.

Regálame una nota y seré tu muleta.
Apóyate en mi.
Piernaza moretoneada,
que de pronto vuela.

=)

martes, 13 de octubre de 2009

Quiero amar, amar mucho.

Debo confesarlo, el fin de semana no quise ver a nadie.
Quería aislarme, pasar un rato conmigo.
Después del quehacer, estuve casi dos días recostado, pensando.
En algún momento al azar escuché una frase como:
No esperes mucho de los demás, pero espera mucho de ti mismo.
y coincidió con otra parecida, que vino a rematar, algo como:
No te preocupes por recibir algo de los demás, sino preocúpate por lo que tú eres capaz de dar.

Frases que he escuchado mil veces y que nunca les había dado importancia,
pero que de pronto se aparecieron juntas, qué raro.
Regresaron una y otra vez a mi mente, rebotando en el edificio de enfrente,
en el diseño textil de mis cojines, en el hueco relleno con los cables del foco,
en cada momento que se hacía un espacio entre los sonidos de la calle.

¡Qué hueva!

Pero qué hueva yo: de pronto me dí una hueva enorme.
Ahi, desde donde me reflejaba el sol en el ala de un boeing agarrando pista,
de pronto volteé a verme hacia abajo.

Qué hueva Miguel, en serio.
Esperando el amor y que suceda algo bajo la decisión de alguien más...
que está decidida a no amarte, a seguir su vida.

Y sí, la respeto, la quiero. ¿Por qué no?
Si. ¿Por qué no? Pero, también...
¿Por qué me quedo sentado esperando, a que llegue y se aparezca en la puerta?
o ¿Por qué no la respeto bien y me voy olvidando del asunto?
Ya wey, si no la dejas ir, como sea, tampoco la dejas ser libre del todo.
Posteándole poemas, llorándole tres veces por semana.
Tristeando a lo tonto, nada más.

Hasta entonces pensé lo incómodo que quizá he podido llegado a ser.
Wuops, qué pena. No era mi intención.

Yo quiero estar bien, compartir estos ratos tan a gusto,
esta nueva etapa donde todo pinta bien, donde en realidad no tengo de qué quejarme.
Y, sin embargo, vivo - encorvado - como cochinilla.
Sí. Es feo de repente pasarse la tarde sin pronunciar una sola palabra,
es peor cuando llega el fin de semana o esos ratos en los que necesito reactivar el habla
y paso un rato tartamudeando, sintiendo cómo se me enciman las ideas y palabras.
Tanto que decir.

Y horrible es tener buena memoria, no perder detalle de cada pequeño momento que pasamos juntos. No poder evitar relacionar las miras del pasado con los hechos de mi presente, y ya no poder compartirlos como era su meta original. Triste, pero no fatal... y muy aburrido: que ya se termine todo eso.

Yo quiero amar, amar mucho.
Enamorarme de nuevo, sentir otra vez todos esos cosquilleos y las manos frías.
Y no tener ojos para nadie más. No los necesito, mejor ciérralos conmigo
y nos reconocemos con las manos, los labios, con toda la piel.

Ahora, justo ahora.
Porque ya no me da miedo decir que estoy perdidamente enamorado,
ya no me da pena ser un bobo cursi y aceptar que sí, que quiero vivir el amor de mi vida.
Sin esconderme y esperar que se sobreentienda. No, quiero decirlo abiertamente
y ser un ridículo consentidor como todos esos de los que luego me burlo.

Hay que inventar una canción al respecto, yo toco las notas graves y tú las agudas... contarnos historias, pintarnos detalles en la espalda. Encender velas y cocinar juntos, o amanecer abrazados en la playa. Hay que hacer todo lo que los novios hacen, yo quiero hacer todo lo que nunca he hecho.

Quiero sentir de nuevo unos brazos alrededor de mi.
Sentir el click, que estoy y que este es mi lugar.
Y yo, dejaré de esperar que llegue así de la nada,
porque yo tengo mucho qué dar.

En cada etapa de mi vida, siempre vino algo mucho mejor,
mucho más grande, mucho más importante,
que me sorprendió y brilló sobre todo lo demás.

Por fín me siento listo,
ésta es mi búsqueda y yo,
quiero amar, amar mucho.


Miguel.



















,

miércoles, 7 de octubre de 2009

Encorvado.

Encorvado está mi espíritu
y mi cuerpo cuando llego solo a casa.
Me rindo sobre la cama
y mis ojos no se cierran sino que se hunden
en una suave sensación de caricias,
pero imaginarias.

Mi cuerpo y mi espíritu tan encorvados
que me cierran la garganta con su peso.
De tanto ver el mundo hacia arriba
mis manos yacen igual, indiferentes.

Lloro una lágrima hacia el centro de mi frente
y siento mi corazón golpear contra mi cuello.
Quisiera decir algo, pero el pecho me cubre la boca,
me amordaza.


Miguel.