lunes, 17 de mayo de 2010

Que venga una musa.

Que venga una musa y me destroce... me haga quedar en ridículo...
me haga sentir un inocente, pequeñito, infantil...

Que venga una musa y me envuelva, me ciegue, me embriague...

Y así, girando entre su cabello, sus ojos, sus manos, su boca...
entre todo nosotros...

Me dé cuenta de que estoy viviendo, al fin,
lo que jamás habría podido imaginar, ni ser.


Miguel.



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Expedición.

"Hace mucho tiempo comencé a imaginar mi primer expedición.
Una ruta muy personal, para un solo explorador...
o, si acaso, dos.

Tengo que planearla un poco más, necesito investigar,
desconozco casi por completo el camino,
sólo estoy seguro de la meta."

Es una nota que escribí hace unos cuantos días y después la olvidé. Hoy, al reencontrarla, fué toparme con una persona distinta a la que soy hoy; pero, al mismo tiempo,  fué reconocer mi propia esencia de un modo ajeno. Hablaba de la fecha de mi cumpleaños, quería hacer un recorrido en solitario, alguna montaña, travesía... algo.

Quería hacer algo muy personal, me quería probar, aventarme a hacer algo que siempre he querido, que siempre ha estado ahi, llamándome...

"Viajar tiene una segunda dimensión pero interior..."
Alcancé a escribir en mi nuevo diario, cuando fuimos a la Sierra norte de Puebla y  me encontré con unos montes que se parecían en mucho a los de mis sueños, aquellos sueños misteriosos y lindos de cuando era niño, las veces que no eran pesadillas. En Hidalgo, el bosque y sus fragmentos de luz me regalaron una visión de mi papá, boquiabierto y tranquilo, viendo el cielo entre los árboles, los dos avanzando despacio... un destello de aquellos viajes que solíamos hacer en familia.

Creo que todos somos un gran bosque y a veces no sólo evitamos salirnos de la misma vereda, sino que jamás volvemos a internarnos en él, en nosotros mismos.

Yo conocí la nieve, en el Nevado, la misma que alcanzaba en cumbres miniatura, montañas azules que siempre habían estado al lado de mi casa, también en mis sueños, también en expediciones junto a mi papá... también cuando era niño.

Él siempre me hizo falta, incluso cuando estaba ahi mismo en la casa... pero no lo culpo, dejé de hacer eso hace algunos años. Yo siempre interpuse una barrera enorme y de acero. Ahora que me siento lejos y sin brazos, podemos ser amigos. Él ha puesto mucho para disolver esa barrera, sobre todo con mucha paciencia y Fé. Yo no he hecho mucho al respecto, mas que comenzar a reconocerlo al otro lado, a través de esa pared cada vez más transparente, y aprender a sentirme apoyado. Nunca más perdido.

De noche el bosque es tan sencillo y tranquilo, que deja espacio para que las voces interiores se alcancen a escuchar.

Caminé solo hasta el amanecer, hasta la cima de La malinche, porque quería sentir mi propia vida. En cada paso, en cada bocanada de aire frío, en mi corazón y toda su fuerza durante el ascenso... y porque quería verme corriendo de ventana en ventana por toda la casa, siguiendo a mi mamá cuando se iba al trabajo... quería verme con una enorme caravana de juguetes desde mi recámara hasta el jardín...quería ver a Migue y Gabo jugando sobre una misma patineta por toda la privada y todos, todos los juegos que inventamos. Ver a Jessi desde cuando era bebé... ver a mi mamá el día que explotó y comenzó a arrojarnos pares de calcetines mientras nos regañaba y descargaba un enojo que nunca comprendí ni voy a olvidar,  y después la descubrí llorando en la sala. Quería ver a mi papá cuando regaba las plantas y nos gustaba que lavara las ventanas con la manguera, para ver el agua desde dentro... o sus ensaladas con pimiento y cacahuates... quería ver la casa del Morelos, a mis amigos de la infancia, darme un abrazo en la adolescencia...quería revivir las navidades, saludar viejos amores, volver a flotar abrazados en algún lugar de Puerto Escondido...

Y lo hice, después de dejar de temer cada dos pasos e imaginar fantasmas, después de entender que no había nadie más, que las voces eran sólo mías. De aceptar el silencio y esa soledad como parte de mi. Todos estuvieron conmigo, de la mano, en una oración en la cima. Gracias por la vida. Por tan buen cumpleaños.

Antes del descenso medí el paisaje, hasta el Pico de Orizaba, hasta el Popo e Izta... me imaginé el golfo y sus dimensiones, el Atlántico...luego el Pacífico... el norte y el sur del continente... y allá, el otro lado del mundo, todos llamándome, esperándome...

Esa es la ruta que quiero seguir, hasta encontrarme.

Miguel.


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domingo, 16 de mayo de 2010

Solo.

Solo,
casi todo el día estoy solo.
He pasado así la mayor parte de mi vida.

A solas,
imaginando, deseando,
hablando a solas, fantaseando...

Son momentos como este
donde lo noto y me pesa.
Muy a mi pesar, me pesa...

Como una burbuja que se truena,
las ilusiones siempre desaparecen...
mis ilusiones desaparecen.

Hablando a solas... hablando sin hablar,
hablando solo... dejando de hablar.
Solo.

Entonces simplemente abro los ojos,
me pongo de pié...

...y me voy.


Miguel.





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