miércoles, 7 de octubre de 2009

Encorvado.

Encorvado está mi espíritu
y mi cuerpo cuando llego solo a casa.
Me rindo sobre la cama
y mis ojos no se cierran sino que se hunden
en una suave sensación de caricias,
pero imaginarias.

Mi cuerpo y mi espíritu tan encorvados
que me cierran la garganta con su peso.
De tanto ver el mundo hacia arriba
mis manos yacen igual, indiferentes.

Lloro una lágrima hacia el centro de mi frente
y siento mi corazón golpear contra mi cuello.
Quisiera decir algo, pero el pecho me cubre la boca,
me amordaza.


Miguel.

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