lunes, 28 de diciembre de 2009

Náufrago.

Una vez una tormenta me lanzó al mar.
Destruyó todo a su paso, mis ojos fueron lo primero.
Desperté seis meses después,
descompuesto, deshecho.

Naufragué al borde de un enorme continente.
Pero ni un día he dejado de extrañar mi isla...

Todos los días lanzo botellas al infinito,
con pequeños mensajes que sello con un suspiro.
E imagino que algunas flotan hasta muy lejos,
o que quizá tan sólo se hunden al borde de mis fuerzas.

Esperando, soñando con alguna respuesta
de aquella isla, mi hermosa playa secreta.

Sí, te sigo extrañando.



Miguel.

No hay comentarios: