sábado, 23 de febrero de 2013

Post secreto y triste.

Explotó la torre de Pemex... a unas cuadras de mi oficina.
Sentados en una pizzería, y jamás me habría enterado.
Bromeamos por pendejadas al respecto... y hubo muertos,
gente hecha pedazos, corazones aún más deshechos buscando desesperados un milagro.

En mi vida absurda, todo pasa a veces así. Ese milagro que nunca sucede, que sólo es negación.

Sucedió entonces que una señora encontró una nota de su familiar, en las ropas que llevaba para vestir su cuerpo en el funeral. Sucedió entonces ese milagro, milagro de segunda, pero milagro al fín.

¿Qué les diría yo en esa nota? Creo que ni siquiera sabría bien a quién dirigirme. ¿Y qué les diría?
¿Que fui feliz? No, antes que nada pediría que cuidaran a mi tlacuachita como si fuera un hijo recién nacido.

Les diría que no hay más allá, que el final es eso: EL final... y no hay más. Un vacío, nada. Tan sencillo que nos es imposible asimilarlo. Les diría que nunca habría querido irme en primer lugar, pero que nunca, nunca pude dejar de sentirme solo.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Todo tiene su tiempo mijo, el tuyo llegará cuando sea el mejor momento para tí y para quien compartirá la vida contigo, un beso de tu tia Oti