viernes, 5 de marzo de 2010

Un mes sin escribir.

Justo hoy me dí cuenta que pasó un mes.
No saben de la desesperación cuando un poema forcejeaba por salir de mi boca, o por mis ojos,
del impulso de sacar mi diario y echarlo a correr en su pequeño corral.
Cuando de pronto chocan pensamientos, sentimientos e intenciones,
y forman una avalancha... que dejé por ahi tirada en alguna ventanilla de microbús
o se evaporó en los pasillos del metro.

Y sí, ha sido un rato de no querer saber nada, de no querer decir nada,
de querer dejar de sentir.
Pero, como dicen por ahi, a veces el artista no hace a la obra, sino al contrario...
Es la obra la que hace al artista, la obra domina, se forma a sí misma... uno es sólo un intermediario,
un vehículo para que ese "ente" llegue a su destino, aunque éste sea casi siempre temporal.
No quiero decir que me crea poeta, ni escritor (si acaso un entusiasta "escribidor", eso sí).
Tampoco me considero un "artista", personalmente pienso que tal título es una cómoda y estereotipada definición, que me carga de hueva y recuerdos de malas expos. Más bien me he venido a descubrir como alguien sumamente sensible y ya.
Y de verdad siento cómo mis poemitas se avientan contra mis paredes hasta que de plano logran salir, es algo inevitable. Me acuerdo de antes, cuando era yo el que tenía que andarlos atrapando cuando se descuidaban.

Yo, yo, yo, yo, yo, yo... Me harté un poco de siempre hablar de mi, y me sentí muy ególatra,
muy egoísta al exponerme a mi mismo y exponer a quienes menciono en mis poemitas (a quien menciono en mis poemitas). Me harté de mi propio ritmo y estructura, en la escritura.
Me sentí muy chafa con mi yo, yo, yo, yo, mi, mi, mi, mi... y luego el tú, tú, tú...
Comencé a pensar en escribir cosas que no tuvieran que ver conmigo, en viajarme a otro lado, en escribir sobre alguien más, como si fuera yo pero que no tuviera nada qué ver. En escribir sobre montañas trazadas de negro y cielos rojos, en una amante que nunca tuve, en situaciones totalmente creadas... bueno, mejor me callo porque aún pienso hacerlo. Pero dejar de exhibirme, de decir "¡mírenme! ¡sufro!"

 Luego entendí que, al diablo.

Me he limitado mucho por evitar espantarme a alguna galana. Pero también por quedar bien con mi pasado.
Pero también, entendí que, al diablo.


Y si alguien piensa que soy un azotado, un chaqueto-depresivo... pues la verdad sí lo soy pero... al diablo.

Si alguien me dice que no valgo ni dos pesos macondianos, sólo le diré: "¡Al diablo!"

Si mi ex me dice que ya no mame y deje de escribir mamadas, o cualquiera que no le parezca, que se sienta traicionado, aludido, perjudicado, excluído o por lo que sea... yo tranquilamente le diré: "Al diablo, (Sr., Srita., Sra., según lo que corresponda)"

Si alguien me dice que, con un carajo, ya vaya a la terapia y deje de andar de masoquista, le diré "Al diablo el psicoanálisis, ésto es mucho mejor, más efectivo... y ¡vaya que lo disfruto!"

Si alguien me dice lo que sea, le responderé lo que me venga en gana. (Comenzando con "Al diablo...")

Si algo viene desde dentro, lo dejaré ser.

Yo soy eso. ¿Qué sentido hay en limitarme?

Ya cambiaré de fuentes de inspiración, ya moveré mi mente a otro lado, pero voy a dejar de pensar en eso y a vivir como yo quiera, todo lo demás se puede ir... ¡al diablo!

(PD.: Espero que el diablo me guarde todos mis recuerditos para cuando llegue, jojojo...)
(PPD.: Me gusta disfrutar todos los sabores de la vida).

Miguel.

No hay comentarios: