jueves, 21 de enero de 2010

Despechado por una dama decente.

He decidido no buscarle más,
a usted, que siempre me da los motivos para hacerlo.

Sepa que yo la amo, pero no...
ya no más.

Usted me tortura, me envuelve,
me atrapa...
Termino sin poder hacer nada,
sin poder construir mi propia vida.

Y, sin embargo, la extraño tanto
que vuelvo a usted sin vacilar.
Tan sólo por verla, hermosa, mi musa.
Estar los dos juntos, sonreír, bailar.
Recorrer todo su cuerpo y cada uno de sus secretos...
cada una de sus alegrías.

Y usted sigue ahi, permanece inmóvil.
Me arroja con desprecio tantos recuerdos,
me grita a cada rato que me largue...
pero no me deja ir.

Me quedo entonces vacío, vencido, sin sentido.
La veo de lejos tan sonriente, tan bien acompañada.
Veo mi vida en usted,
y su vida sin mi.

Mi Bella Cuernavaca,
creo que hemos llegado al final.
Aunque sé,
que nunca dejaremos de ser buenos amigos.

Un beso, y adios.


Miguel.

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