lunes, 9 de noviembre de 2009

Cualquier día.

Un día se te acabó el coqueteo.
Un día dejé de sorprenderte,
de gustarte, emocionarte.

De pronto ya no me mirabas,
tenía yo que buscarte e insistir,
una, dos, tres veces.

Comencé a escuchar tus pasos
seguir de largo, ya no más hacia mi.
Dejamos de hablar,
no más risas, ni pequeños mensajes.

Un día, regresé a ser un extraño,
cualquier otro, sentado al otro lado donde tú estabas.
Ese día, mi mano encontró a la tuya inmóvil, fría...
no la pudo revivir.

En los días que siguieron
te vi surgir entre tanto silencio,
te reconocí y a tu aura brillante,
a la fuerza de tus ojos
y tu boca.

Te vi deslizar de nuevo tus manos,
Reir y besar,
hacer fiesta y disfrutar cada gesto,
cada detalle.
Dirigir tu alma en la misma dirección que tu mirada.

Pero no hacia mi.
Nunca más fué hacia mi.
Sigo siendo ese extraño,
que te mira desde una noche antes
de ese día, cualquier día.



Miguel.

No hay comentarios: